Los juguetes son o deberían ser instrumentos para jugar; cuanto más motiven a jugar, mejores serán. Un buen juguete es, quizá, la arcilla, porque no es nada y puede convertirse en todo: el paso de nada a todo es el juego. Jugar es también inventar y construir, y no solo utilizar los juguetes. Los juguetes se construyen con arcilla, con trapos, con trozos de madera, con cañas o con material reciclable o reutilizable. Hoy todas esas cosas son raras en la ciudad y por consiguiente los juguetes se compran y como todo lo que se compra, cuanto más cuestan, más valen. Si queremos demostrar mucho cariño, si queremos hacernos perdonar una ausencia, una atención escasa, le compraremos a nuestro hijo un regalo que sea muy caro. El niño se está transformando de jugador en poseedor de juguetes, uno de sus juegos más habituales consiste en abrir la caja del nuevo juguete, probarlo, abandonarlo o destruirlo, y esperar el próximo juguete.1 (Francisco Tonucci, la soledad del niño).

Los juegos y los juguetes actuales constituyen un fenómeno cultural nuevo, que termina afectando la actividad lúdica transformando acción y pensamiento de quien juega. Un ejemplo de ello es la manera cómo ha cambiado el juego con muñecas, antes era posible crear y recrear historias a partir de “la muñeca” que llegaba a manos de los niños. Hoy son las muñecas “Barbie” las que dicen que hacer y cómo actuar, allí la historia es al contrario, la posibilidad de recrear simbólicamente un juego está supeditada a la historia de otro y no a la propia. Igual sucede con los juegos con carros, antes los niños actuaban para mover el carro, hacer los sonidos que representaban el movimiento, el freno, vararse y pitar etc.; hoy se mueven con controles y ya tienen sonidos propios, los niños lo único que hacen es dirigirlos y observarlos.

Todo juego tiene unas reglas que es necesario cumplir para poder participar, cuando los niños se unen para compartir un juego discuten acerca de dichas reglas y la manera de llevarlas a la práctica, además reconocen que si no las cumplen la consecuencia es no poder jugar. Es así como se dan cuenta que la posibilidad de jugar depende de cómo cada uno de ellos asume las reglas, favoreciendo la construcción de los límites en la relación con los otros.

Mi invitación , es a que inventen juegos que favorezcan la creatividad de los niños ,cuando salen al campo por ejemplo recoger hojas les encanta , hacer con ellas una montaña y luego tirárselas encima los divierte mucho , clasificarlas por colores y tamaños , hacer una hilera , una casa , una carretera etc. es algo muy sencillo pero que los mantendrá ocupados y felices.